La vida de los seres humanos, desde sus orígenes, está
marcada por la constante de contradicción entre dirigentes y dirigidos, entre
los que mandan y los que son mandados, entre los que toman las decisiones y los
que tienen que acatarlas.
A medida que han evolucionado las sociedades a lo largo de
la historia, los hombres han construido entramados de dominación cada vez más
complejos, de tal forma que esa dominación sea más sutil y menos comprensible
para los dominados.
El primero de estos entramados fue el uso de la religión
como forma de dominación, sustituyendo a las diosas femeninas por los dioses
masculinos hasta llegas al ridículo de la creación de la mujer (Eva) a partir
de una costilla del hombre (Adán).
Así que las falsas noticias, las llamadas “fake news” vienen
de antiguo y no son una novedad tal como nos vienen diciendo algunos medios de
comunicación.
El Diluvio Universal no fue otra cosa que el conocido
fenómeno Dryas Reciente, ocurrido hace 12.000 años a finales del Pleistoceno,
otra “fake” que pasó a la historia como un castigo divino, para mantener atemorizada
a la población dominada por los reyes dioses.
En un reciente
artículo de Moisés Naím (ver
enlace) podemos leer las claves de la manipulación de tres buenos ejemplos
al respecto, que ilustran de forma clara el uso de la mentira y la manipulación
de las masas.
Acudimos al triste espectáculo de la prestidigitación (magia
para los amigos), con la cual los elegidos engañan a los electores.
Pero tan preocupante es la actitud de los elegidos como la
complacencia de los electores.
Dice un viejo refrán popular gallego: “Mexan por nós e hai
que dicir que chove” Mean sobre nosotros y hay que decir que llueve.
Así de simplista parece la complacencia de los dirigidos
cuando se han equivocado en la elección de sus dirigentes.
Casi nunca se elige a los más capaces, casi siempre se elige
a los que dicen y repiten lo que quieren escuchar en voz de otros, esos que
alimentan sus fantasías y comparten sus sentimientos, los más bajos, los más
ruines pero al fin y al cabo los suyos.
Así se entiende que resulten elegidos aquellos que de forma
visceral defienden la patria chica, el localismo, el nacionalismo, el particularismo
frente a lo colectivo.
Frente al “sentido común” de va imponiendo cada día más el “maximalismo”
de las frases hechas y la vulgaridad del “pensamiento callejero”, el refranero
popular, la simplicidad de pensar con el estómago frente a la necesaria
reflexión y el razonamiento.
Y esto vale para intelectuales y “creadores de opinión” esos
que pomposamente se autodefinen como “influencers” y que no son otra cosa que
mediocres del “copy paste” acostumbrados al circo mediático y las
manipulaciones de las tertulias televisivas.
La autocrítica ha desaparecido en medio del combate de las
ideas, ahora se trata de demostrar quién es el más listo a la hora de mentir o
convencer con verdades a medias, que al fin y al cabo es lo mismo.
Mientras tanto, los electores se afanan en presumir de su
propia ignorancia y difundir en las redes las mentiras de sus elegidos incluso
a sabiendas de que son simples mentiras que alimentan sus egos y dan razón a
sus mediocres existencias.
Un espectáculo deleznable que cada día cuenta con más
adeptos en una sociedad camino del servilismo, la incultura y la total ausencia
de ética.
Cuando los electores y los elegidos se retroalimentan de la
mediocridad, la sociedad va camino de la barbarie y se aleja de la
civilización.
@ordosgonzalo
gonzalo
alvarez-lago garcia-teixeiro